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Artículo: ¿La Suma de todos?

martes, mayo 17th, 2011

El logo de la Comunidad de Madrid sigue invocando una igualdad inclusiva como objetivo de las políticas públicas: ?M, o Madrid “La suma de todos”. Semejante pretensión parece una broma de mal gusto cuando se compara con las grandes líneas maestras de esas mismas políticas. Además del grave deterioro de la calidad democrática en la región, manifiesto en la multiplicación de los casos de corrupción, la Comunidad de Madrid es líder en lo que a destrucción de bienes públicos se refiere. En materia ambiental, los despropósitos son casi innumerables: continuo rebasamiento de los límites de contaminación atmosférica sin contramedidas institucionales significativas, construcción de autovías ilegales como la M-501, apertura de campos de golf en espacios protegidos (como el futuro alojamiento de la Ryder Cup en la Cuenca Alta del Manzanares) y proyectos de protección que en realidad permiten la urbanización de zonas antes protegidas (como el plan del Parque Nacional de Guadarrama). El decidido avance en la privatización del Canal de Isabel II es, en este terreno, la guinda de un suculento pastel de apoyos institucionales al negocio inmobiliario a costa de unos bienes naturales especialmente escasos en una región poblada por siete millones de habitantes. No sólo se vende una empresa pública rentable, sino que el negocio se encuentra en la gran cantidad de terrenos de servidumbre de aguas que posee el Canal y que en un par de años, a más tardar, conoceremos en prensa por los imaginativos (y no tanto) proyectos de urbanización que parecen destinados a alojar.

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Seminario 19-20 de mayo. ¿Fin de ciclo? Crisis económica, crisis social y nuevos escenarios políticos

jueves, mayo 6th, 2010

19:00 Traficantes de Sueños

C/ Embajadores 35, local 6

Organiza: Traficantes de Sueños, Nociones Comunes y Observatorio

Metropolitano

¿Cómo podemos abordar la crisis? ¿Qué supone en términos sociales? ¿Abre realmente alguna oportunidad política? Desde la perspectiva de las realidades militantes, lo que ya podemos conocer como la Gran Depresión del siglo XXI ha tendido a desbordar todos los marcos de interpretación.

Desplazando y removiendo el suelo bajo nuestros pies, la crisis se presenta como algo demasiado grande y abstracto como para abordarla políticamente, siquiera con un poco de eficacia. En este seminario trataremos de descubrir cómo se ha producido la crisis, cuál es su genealogía histórica concreta, qué escenarios sociales se nos abren en el futuro inmediato y, sobre todo, qué tipo de respuestas políticas parecen más adecuadas.

El texto que servirá de base a las exposiciones es la última investigación del Observatorio Metropolitano, Fin de ciclo. Financiarización, territorio y sociedad de propietarios en la onda larga del capitalismo hispano (1959-2010), Madrid, Traficantes de Sueños, 2010.

Sesiones

19 de marzo. Nociones básicas sobre el capitalismo financiero global y lareciente burbuja inmobiliaria. Financiarización, neoliberalismo y explotación.

20 de marzo. Crisis económica, crisis social. ¿Qué abre, qué cierra la crisis?

Nuevo trabajo del Observatorio sobre la crisis

miércoles, abril 21st, 2010

portada

Isidro López y Emmanuel Rodríguez (Observatorio Metropolitano)

Fin de ciclo. Financiarización, territorio y sociedad de propietarios en la onda larga del capitalismo hispano (1959-2010)

Traficantes de Sueños, Madrid, 2010

ISBN 9789-84-96453-47-0

La nueva Gran Depresión ha puesto fin a una de las mayores etapas de prosperidad de la historia económica española. Durante más de una década, entre finales de 1994 y principios de 2008, la economía española creció a un ritmo continuo y sostenido, generalmente más alto que el de la mayor parte de sus socios europeos. La elevada tasa de creación de empleo, permitió incorporar el mayor contingente de fuerza de trabajo de toda su historia: siete millones de trabajadores, la mitad migrantes procedentes del Sur global. El motor de la euforia pareció residir en la llamada

«economía del ladrillo». La fuerte expansión del sector de la construcción se tradujo, en efecto, en la producción de más de cuatro millones de viviendas, al tiempo que el país se convertía, por mor de la fuerte inversión pública, en el primer Estado de la Unión Europea por kilómetros

de autovía, y luego por kilómetros de ferrocarril de alta velocidad. De todos modos, el dato más significativo de estos años, no estaba en la fuerte tasa de inversión inmobiliaria, sino en el espectacular incremento del valor del patrimonio de las familias que creció en más de tres veces,

en sólo diez, años gracias a la continua alza de los precios de la vivienda. Mientras duró, fueron pocos los que se atrevieron ya no a criticar, sino incluso a querer conocer abiertamente, estos mecanismos. La manta de asfalto sobre los últimos espacios abiertos de la costa mediterránea, la amenaza sobre un creciente número de ecosistemas, el irreversible agotamiento de los ciclos hídricos de las regiones más deficitarias y el fuerte aumento de los consumos de materiales, especialmente energía, no pasaron inadvertidos, pero fueron infravalorados como un «coste menor» de un modelo de crecimiento que proveía riqueza a espuertas, tanto a los agentes empresariales y a las arcas públicas como a importantes franjas sociales.

Mucho menos señalada fue la aparente paradoja de cómo se podía crecer a ese ritmo con un modelo laboral caracterizado por una creciente precarización y segregación —al que se añadía el apartheid legal de los migrantes de los países del Sur— y por un estancamiento a largo plazo de los salarios reales de al menos ¡el 60 % de la población! Indudablemente, esto fue posible porque el rápido crecimiento del crédito y la evolución de la burbuja patrimonial permitieron un significativo incremento del consumo doméstico que, otra vez, fue mayor que el de los países europeos. Es aquí, y no tanto en una conspiración política, donde se debe encontrar el sello de consenso del modelo de desarrollo. La riqueza había parecido beneficiar a prácticamente todos, porque prácticamente todos habían tenido acceso a la propiedad del bien que estaba sirviendo de base a la burbuja especulativa: la vivienda. Nadie podía pensar entonces que, en poco más de un año, la antigua riqueza se convirtiera en quiebras empresariales, endeudamiento, paro y la amenaza de una implosión social de efectos imprevisibles.

En efecto, como si de un análisis clínico la crisis ha desvelado las débiles bases de este modelo. Por debaj del potente resplandor de la riqueza financiera late una situación mayoritaria de desposesión, desigualdad y precariedad. Lo más inquietante de la actual coyuntura no se encuentra, por lo tanto, en la mayor o menor prontitud de una recuperación que probablemente insistirá en las fórmulas financieras o inmobiliarias de los años pasados, sino en el estallido de una crisis social que sólatara, la crisis ha desvelado la debilidad do ahora empezamos a vislumbrar. Es en esta encrucijada en la que las luchas en torno a la distribución de la riqueza social se vuelven decisivas y en la que el debate sobre lo que siempre subyace a toda discusión económica se hace más urgente que nunca.

La ‘financiarización’ de las economías domésticas

miércoles, marzo 11th, 2009

Las noticias sobre los precios de la vivienda tienden a poner el acento en su carestía, pero no en la consolidación del mercado de la vivienda como mercado financiero.

Un solo botón de muestra: entre 1999 y 2004 el patrimonio inmobiliario creció 2,2 veces su valor, convirtiéndose en la principal partida del patrimonio nacional de la economía española, con un valor absoluto en 2004 de 6,25 billones de euros (ocho veces el PIB).

La ‘singularidad’ de este emergente mercado financiero es que opera sobre un bien que es también objeto primario de necesidad para una gran mayoría de la población. Y es aquí donde deberíamos poner todo el acento. En la espiral al alza del mercado inmobiliario y en sus altas tasas de rentabilidad, buena parte de las familias del país se han visto sumergidas en un proceso que podríamos llamar de ‘financiarización’ de sus economías.

Esto significa que las rentas de estas familias están pasando a depender cada vez menos de las rentas de su trabajo, y cada vez más del valor de sus activos financieros acciones o fondos de pensiones), incluida la vivienda.

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Madrid: puesta a punto

jueves, marzo 5th, 2009

A la vuelta del verano, Esperanza Aguirre avisó que esta legislatura iba a estar colmada de nuevos proyectos de infraestructuras. Grandes obras públicas presupuestadas en 7.000 millones de euros, sólo por parte del Gobierno autonómico, además de otros 2.000 o 3.000 millones al año por parte del Gobierno central. Cifras billonarias que superan en varias veces el gasto en educación y sanidad en la Comunidad de Madrid (CAM). Como viene siendo habitual, los proyectos son imaginativos y ambiciosos. Una nueva ampliación del Metro, esta vez echando más allá del municipio el horizonte de las necesidades de transporte. La continuación de las obras de la llamada Red Sur, una impresionante malla de autopistas que trazaría los caminos de la nueva expansión del sur de Madrid. El acabado de esa magnífica autopista de interés público entre Brunete y Navas del Rey conocida como M-501. Y, claro, las nuevas propuestas estrella para estos años: la conexión entre la A-1 y la A-6, la duplicación de la propia A-6 y de la A-1.

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La autovía Teruel-Cuenca paralizada por el momento

jueves, diciembre 4th, 2008

La autovía Teruel-Cuenca que atravesaría la sierra de Albarracín segmentando de forma irreversible varias decenas de kilómetros de bosque continuo de pino negro autóctono, sabinares y bosques riparios de galería, y que sobre todo abriría este segmento del territorio a importantes operaciones especulativas de urbanizaciones de segunda residencia, ha sido desestimada por sus graves impactos ambientales. Por supuesto alcaldes y partidos locales han puesto ya el grito en el cielo por abondonar de nuevo dos territorios «infradesarrollados» («Teruel existe», «Cuenca existe»), sucediéndose las clásicas críticas contra los ecologistas «de salón», que impiden el desarrollo de los espacios rurales. Más bien nos tendríamos que preguntar por qué el resto del país (afortunadamente el grifo europeo destinado a infraestructuras está a punto de cerrarse) tenemos que pagar una autovía de 150 kilómetros que costará varios miles de millones de euros para conectar con vías de alta capacidad dos ciudades de apenas cincuenta mil personas (¡ni reuniendo sus impuestos destinados a Fomento para el próximo siglo podrían pagar esta infraestructura!).

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