El público de Diagonal entrevista al Observatorio Metropolitano sobre bienes comunes e investigación militante

Las lectoras y lectores de Diagonal han entrevistado al Observatorio Metropolitano, colectivo de investigación militante que ha editado, entre otras obras, el panfleto La crisis que viene. Después de Crisis y revolución en Europa, su última publicación es La Carta de los Comunes.

- Contra la depredación de los bienes comunes

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David Fernández

Fernando Marcos:

1- Al comienzo de su libro Sus crisis, nuestras soluciones, Susan George elabora una lista de bienes comunes: un clima adecuado para los seres humanos, la salud, la educación, el agua, el abastecimiento energético, una buena parte de la investigación científica y los fármacos, el crédito financiero y el sistema bancario. ¿Estáis de acuerdo con esa lista de bienes comunes, se puede añadir o suprimir alguno de esos elementos?

2- En un capítulo del excelente libro La protección de los bienes comunes de la humanidad. Un desafío para la política y el derecho del siglo XXI, coordinado por José Luis Gordillo, se aboga por relativizar la propiedad y al mismo tiempo potenciar el usufructo para gestionar el patrimonio medioambiental. ¿Qué opinión tenéis, en términos generales, sobre ese tipo de cuestiones relativas a la propiedad privada? Por último, ¿se suele minusvalorar o ignorar la dimensión ética y el valor intrínseco de los bienes comunes y de la naturaleza, de los «bienes necesarios para la vida? Muchas gracias por todo vuestro trabajo.

Observatorio Metropolitano:

1. Hola Fernando, los bienes comunes que menciona Susan George son interesantes pero se podrían ampliar. Nosotras entendemos los bienes comunes como todo aquello susceptible de ser producido y gestionado por una comunidad y que es necesario para la reproducción de la vida. Considerar el conocimiento como bien común engloba la educación y la investigación científica, pero también la producción cultural, el lenguaje y las palabras; los bienes comunes naturales abarcarían el agua, el aire, las costas y los mares, así como las tierras comunales que todavía existen en muchas partes del planeta; si creemos que la salud es un bien común, no sólo deberíamos considerar los fármacos sino también la posibilidad de llevar un vida saludable en un medio ambiente adecuado (considerando el cambio climático como una amenaza al mismo), el cuidado a niños, ancianos y enfermos y las tareas reproductivas; además hay también comunes urbanos: el espacio público, el acceso a una vivienda, los equipamientos, las redes de infraestructuras y energéticas que permiten que la vida urbana sea posible deberían ser comunes; por último, si consideramos que el proceso de financiarización en el que se basa actualmente el sistema bancario y crediticios se alimenta principalmente de la producción social, parece lógico que la economía, el modo en que se gestionan los recursos, sea considerada un bien común.

El modelo de estatuto de bienes comunes que nosotros proponemos se basa en un modelo de propiedad que no sea ni estatal y privado, sino comunal. Habría que crear una forma jurídica propia que de cobertura y regule este tipo de bien. Los bienes comunes fundamentales para la vida no pueden estar en manos privadas, bajo un régimen de propiedad privada; hemos visto lo que ha ocurrido con la naturaleza o la vivienda: la propiedad privada no es capaz de garantizar su sostenibilidad o su reparto equitativo y universal. Por lo tanto, sí creemos que sería fundamental cambiar los regímenes de propiedad de los bienes comunes y reducir lo susceptible de ser propiedad privada. Respecto al usufructo, según el funcionamiento general de los comunales, en principio las comunidades vinculadas al bien común en cuestión tienen tanto la propiedad como la capacidad de decidir las formas de uso, reparto, toma de decisiones, etc.; la fuerza democrática de los comunales es la necesaria participación de la comunidad en su gestión. Por último, lo cierto es que nosotros ponemos más énfasis en la parte material de la cuestión de los comunes: son bienes necesarios para la reproducción material de la vida. Sin árboles, sin sanidad, sin conocimiento, la vida se vuelve imposible; es por lo tanto una cuestión de supervivencia y auto-defensa de la sociedad.

Alicia Pazos: Hola, estuve en las jornadas, me gusta la apuesta que hacéis por la investigación militante. Mi pregunta es si pensáis que de verdad el problema de la academia es el silencio o si más bien se dan otro tipo de problemas (precariedad en las carreras investigadoras, competencia y envidias, etc.).

O.M.: Hola Alicia, la realidad de la academia es muy compleja y efectivamente está atravesada por múltiples circunstancias. Algunas de las que apuntas tú son muy ciertas y efectivamente determinan, en parte, la situación de las personas que optan por hacer carrera dentro de la universidad. Sin embargo, nuestra crítica principal es de mayor calado. Creemos que la distancia entre el ámbito académico y la sociedad se ha venido ampliando desde hace años. El papel, esperado, de crítica al modelo de crecimiento económico español de los últimos 15 años ha sido cuanto menos poco impetuoso. A excepción de algunas personas o departamentos, la universidad ha olvidado su labor de investigación al servicio de la ciudadanía. Constatamos que la carencia de investigaciones acerca de las transformaciones de la metrópolis madrileña en la última década muestra, al menos, a una clara indiferencia de la academia hacia lo que ocurre en el mundo real. Por supuesto, esto también viene impuesto por la especialización exigida, los papers, las revistas de impacto, etc., pero no vemos indicios de que esto vaya a cambiar en los doctorandos, profesores o departamentos. De hecho, con la mercantilización de la universidad es probable que la tendencia a estudiar sólo cuestiones rentables o del mainstream se intensifique. Hasta ahora, la investigaciones que más y mejor explican lo que está pasando se están produciendo desde organizaciones sociales y colectivos de investigación que, pese a sus condiciones más que precarias, apuestan por que la comprensión de la realidad madrileña es una herramienta fundamental para los movimientos sociales que trabajan por el cambio social.

Diego Romero:

¿Qué propuestas tiene el Observatorio para las ciudades pequeñas y los pueblos grandes, es decir en los que viven entre 25.000 y 500.000 personas? Me parece que cuando se habla de ciudades sólo se piensa en las grandes urbes y capitales del mundo y cuando se piensa en alternativas rurales nos vamos a aldeas de 150 habitantes.

O.M.: Hola Diego, sinceramente no tenemos respuestas concretas para cada tipología de ciudad. Lo que sí que decimos es que muchas de estas ciudades se sumaron a la fiebre desarrollista del ladrillo, corrupción mediante, y que ahora están pagando las consecuencias, entre ellas una gran degradación del medio ambiente y de su entorno urbano. Las ciudades del tamaño que nos indicas están muy determinadas por la posición que ocupan territorialmente y los flujos económicos que la atraviesan así como por la cercanía o lejanía a las áreas metropolitanas centrales de la península. También creemos que las megalópolis actuales con millones de habitantes, pese a la enorme riqueza social que albergan, son insostenibles social, económica y ecológicamente. Nos produce un tremendo pánico cuando Esperanza Aguirre tiene la ocurrencia de decir que le gustaría que en la Comunidad de Madrid vivieran 15 millones de habitantes. Si dejamos aparte todas las dimensiones macro que atraviesan todas las ciudades en el marco de una economía global, podríamos coincidir en pensar que las ciudades de tamaño medio tienen una escala mucho más humana y podrían ser más sostenibles, más democráticas y estar más interrelacionadas con la producción de bienes y servicios que garanticen la reproducción de la vida desde principios como los que propone la economía alternativa y solidaria.

Jordi Juan Monreal: 1. ¿Creéis que en materia de urbanismo y sostenibilidad territorial hay una diferencia real entre el PP y el PSOE? 2. ¿Cómo valoráis, desde una perspectiva programática en materia de urbanismo, el surgimiento y la aparición de candidaturas municipales de la izquierda anticapitalista como las CUP o las CAV en Catalunya y similares en el resto del Estado?

O.M.: 1. Hola Jordi, a grandes rasgos creemos que se puede caracterizar tanto al PP como al PSOE de desarrollistas, tanto en relación a las infraestructuras como en relación al modelo económico y urbanístico de uso intensivo de recursos naturales. Una de las pruebas más citadas es la continuidad de la burbuja inmobiliaria desde los gobiernos de Aznar hasta la crisis en el periodo de ZP. Populares y socialistas animaron la construcción de autopistas, líneas de alta velocidad, puertos y aeropuertos sin analizar las necesidades efectivas de la población y la economía. Populares y socialistas realizaron rebajas fiscales para la compra de la primera vivienda y de la segunda, calentando el mercado inmobiliario. Ayuntamientos populares y socialistas entraron al círculo vicioso de los planes de crecimiento, la recalificación, la venta de suelo público, las licencias de construcción y los impuestos sobre la vivienda como forma principal de enriquecimiento –de las arcas públicas y muchas veces, de las personales. Por lo tanto, más allá de excepciones, creemos que no hay una diferencia real entre PP y PSOE.

2. Lo cierto es que no conocemos en profundidad los programas de estos partidos; sin duda, si muestran una preocupación por la sostenibilidad ambiental y la integración territorial, si buscan otros modelos productivos, supondrán una mejora sustancial. Una cuestión difícil para cualquier gobierno local es la competencia que impone el sistema actual para atraer inversiones (en forma de capital inicial para negocios o proyectos productivos locales) y para atraer turistas (con actividades autóctonas o desarrollo rural). Incluso con los mejores fines, se acaba compitiendo con las fiestas del pueblo de al lado o por las subvenciones europeas de desarrollo local, y esta competencia inter-urbana es la base del modelo espacial y económico global. Cómo generar regiones solidarias, internamente y entre ellas, es una cuestión de futuro.

Juan: ¿Cómo debería ser la ciudad según el Observatorio Metropolitano?

O.M.: Estimado Juan, nos haces una gran pregunta con múltiples repuestas: urbanísticas, medioambientales, económicas, sociales… Acabamos de publicar un texto, La Carta de los Comunes, donde se ensaya un modelo comunal de ciudad, te animamos a que lo leas y compartas tus impresiones en madrilonia.org. En cualquier caso, libertad, justicia, sostenibilidad y democracia podrían ser cuatro claves de esa ciudad ideal.

Robin Jud:

1. Felicidades por vuestra labor, os conozco a través de vuestros escritos La crisis que viene (eché de menos un diagnóstico más allá de las cuestiones económicas y urbanas). En concreto, me chocó las pocas referencias a la crisis del planeta como ser vivo global y la destrucción irreversible de la naturaleza tal y como la conocemos. ¿Estáis de acuerdo con los análisis publicados, al hilo, por Ramón Fernández Durán?

2 ¿Cómo se sustenta el Observatorio Metropolitano de Madrid? ¿Os auto-gestionáis, recibís subvenciones, sois muchas socias, tenéis mecenas?

O.M.: 1. Hola, Robin Jud. Lo cierto es que en todos los textos del OM, incluido La crisis que viene, tocamos aspectos que tienen que ver directamente con la crisis ecológica. En la recién publicada La Carta de los Comunes, por ejemplo, una de nuestras principales fuentes de inspiración son los trabajos de la Premio Nobel de economía Elinor Ostrom que conceptualiza los regímenes de gestión comunal, entre otras cosas, como estrategias de incorporación de los asuntos sociales a sus marcos ecológicos. En el caso de La crisis que viene, hablamos del fortísimo impacto ecológico que implica tanto el modelo de crecimiento como el de salida de la crisis desde el ejemplo que mejor conocemos y que mejor representa este tipo de procesos en el continente europeo: el caso español. Es cierto que no hay un análisis a escala global de cuestiones como el agotamiento de recursos o las emisiones de CO2, pero estos son temas que, por un lado, salen fuera del marco del panfleto y, por otro, tienen más dificultades interpretativas de las que habitualmente se perciben, por ejemplo, en los movimientos decrecentistas.

Ramón Fernández Durán ha sido un referente para nosotros en muchos aspectos y nunca se repetirá lo suficiente lo valiosas que han sido aportaciones suyas como La explosión del desorden o Capitalismo (financiero) global y guerra permanente que, desde un ámbito militante, trajeron al primer plano cuestiones como los procesos de urbanización o la financiarización del capital. Los últimos libros de Ramón, que son a los que te refieres, parten de un buen diagnóstico general (peak oil, agotamiento progresivo de recursos) pero, sin embargo, sus proyecciones al futuro son más discutibles. En general, desde nuestro punto de vista, Ramón tiende a comprimir temporalmente estos procesos, a acercarlos demasiado al momento presente y a deducir cambios sociopolíticos de procesos biofísicos.

Aquí hay dos problemas, uno empírico y otro analítico. El problema empírico es que hay muy poca información sobre el estado de las reservas geológicas de combustibles fósiles y para anticipar la evolución de las reservas de recursos se suele acudir a las series estadísticas de precios. Sin embargo, como bien sabía el propio Ramón, en la era de la financiarización, los precios y las cantidades físicas extraídas pueden sufrir serias divergencias que afectarían a los ritmos de agotamiento. El principal problema reside en cualquier caso en que el proceso de agotamiento de recursos está mediado por la misma estructura de poder que gobierna el capitalismo global en general. Dicho de otra manera, el agotamiento progresivo de los recursos y los daños irreversibles a los ecosistemas no tienen por qué tener una repercusión automática, es decir, sin que medie una lucha propiamente política, en el modelo socioeconómico. Por ejemplo, a falta de una lucha política, el agotamiento progresivo del petróleo dará lugar simplemente a modelos aún más duros de control del recurso. En cierta medida, estos defectos de análisis provienen de una tendencia de cierto ecologismo, en la que se incluiría a los partidarios de la vulgata del decrecimiento, que no presta suficiente atención al hecho de que la crisis ecológica está mediada por las estructuras socioeconómicas. Un caso clásico es la poca atención que se presta a los efectos de la distribución o de la desigualdad sobre el consumo de recursos. Algunos ecologistas tienden a utilizar la primera persona del plural para atribuir responsabilidades sobre la crisis ecológica («nuestro modo de vida», etc.), mientras que indicadores como la huella ecológica muestran que las diferencias de consumo de recursos entre ricos y pobres son abismales, aun dentro del mismo país. Un ciudadano de Estados Unidos consume doce veces más recursos que un indio y esta desigualdad se replica a escala urbana, por ejemplo, Mike Davis decía que un hombre de mediana edad de un suburbio acomodado de Los Ángeles consume doce veces más recursos que un latino que vive en el centro de esa misma ciudad. Nosotros hablamos de reparto antes que de decrecimiento.

2. Hasta el año pasado, habíamos sacado adelante nuestras investigaciones (y esto incluye Madrid, ¿la suma de todos?, Manifiesto por Madrid y Fin de ciclo) sin recursos más allá de alguna charla o presentación remunerada aunque contamos con una ayuda de centro de arte, Arteleku, que ayudó a la impresión de nuestro primer libro. El año pasado contamos con una pequeña dotación del Reina Sofía, que nos permitió liberar a un persona durante un año (con un salario de 900€/mes) y este año probablemente recibamos una cantidad semejante. El resto de nosotras, en cualquier caso, seguimos investigando y dando talleres como activistas. La diferencia sustancial en estos momentos parece ser la cuestión de la formación, cada vez recibimos más invitaciones para cursos, seminarios y educación reglada remunerada. Quizá sea este el camino para estabilizar más el proyecto. En cualquier caso, estamos dando vueltas a formas de financiación como los socios o el crowdfunding.

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