La crisis que viene ya ha llegado. Este libelo fue escrito en los meses que precedieron a la irrupción del 15 de Mayo en España. Su salida en papel se produjo apenas un par de semanas antes de la ocupación de la Puerta del Sol y de Plaça Catalunya, imitada poco después en gran cantidad de ciudades de la Península Ibérica y también del resto de Europa. Todavía entonces estábamos obligados a ser escépticos acerca de las posibilidades de que la crisis económica y financiera tuviera una declinación política, esto es, que la crisis apareciera, ya en boca de la multitud, como un «fraude y una estafa», y que la «salida» a la misma se expresara de una forma no populista, sino decididamente democrática. Sin duda, el precedente y la inspiración venían de la otra orilla del Mediterráneo, del Norte de África sometido a las dictaduras que sin descaro apoyaba la Unión Europea. En cualquier caso, en las plazas españolas, la marea democrática adquirió el barniz occidentalizante que le permitió saltar al otro lado del Atlántico, y vuelta otra vez a Europa, de la mano de los distintos Occupy.
La crisis que viene ha sido, así, y sin siquiera quererlo, parte del nuevo ciclo político que reacciona ante la crisis y la dictadura de las finanzas. La función de este librito, que al fin y al cabo no deja de estar compuesto por un par de pliegos en letra impresa, sorprendió por su oportunidad. Sin derecho ninguno a la exclusividad (fueron muchos los panfletos que le acompañaron o le siguieron), La crisis que viene logró respirar en la atmósfera del momento: el sentimiento de indignación respecto a una crisis de la que todavía se comprendía poco pero que ya olía a robo y expolio, la desafección respecto a una clase política que había sido partícipe y coautora del curso económico y social que llevó a la crisis y la necesidad de dar una respuesta que no pasara por unos cauces institucionales irremediablemente corrompidos. Su éxito, no por modesto importante, se calibró en el uso que se hizo de sus páginas en multitud de asambleas y talleres del 15M hasta contar con más de 60.000 descargas en su edición on line.
Por desgracia, aunque este panfleto consiguió vislumbrar la oportunidad política y «subjetiva» que abría la crisis, no se equivocó respecto al diagnóstico «objetivo» de la coyuntura. Como se predijo en sus páginas, en el año y medio que siguió a su publicación, la crisis no ha hecho sino agravarse. El ataque financiero que se había cebado con Grecia, Irlanda y Portugal, destruyendo sus economías y plegando a sus respectivos estados al tutelaje de la troika (UE, BCE y FMI), se ha hecho rápidamente extensivo a España e Italia. A golpe de subidas de la prima de riesgo y de rebajas de sus notas crediticias, ambos países han emprendido los programas de ajuste más severos de su historia, destruyendo derechos sociales que ha llevado décadas cimentarlos. En ambos países, también, sus respectivas clases políticas se han mostrado por completo sumisas y complacientes con el diktat alemán de la austeridad, aunque esto supusiera la confirmación de la recesión y por lo tanto mayor sometimiento al gobierno de las finanzas. En ambos países, por lo tanto, las condiciones para un estallido político (una revolución, dirían los clásicos) que desplace a las élites políticas y financieras parecen dadas. La única prevención para la refundación de una democracia digna de tal nombre es que ésta parece condenada a ser europea o no serlo.
El 15M español, así como el movimiento de las plazas griego, han aportado algunas pautas. En lo sucesivo habrá que ver como éstas se contagian y se enriquecen en otros países. Lo que se juega no es ni más ni menos que la posibilidad de una república europea, o dicho de otro modo, la misma posibilidad de la democracia.
Observatorio Metropolitano, septiembre de 2012.
para Manni Editore